La poesía y la vida Cotidiana - (2) - Jorge Luis Estrella


Siguiendo con las diferentes poéticas de lo cotidiano en nuestro mundo actual, veremos ahora cómo Roberto Di Pasquale, nos convoca a una visión que, conservando intacto el sentimiento, nos conduce a un punto en donde la poesía discurre pensamientos, se vuelve metafísica.
He aquí dos muestras de lo que digo:

“El pasado
no tardará en llegar.
No es que regrese.
Sólo escucha una voz
que lo pronuncia
y abrirá las puertas del olvido
que no tiene memoria
para él.
La voz
le marcará el sendero
donde las huellas
huyeron una vez
cansadas de esperarlo.
Pero él llegará.
Distraído del tiempo…”

Y, en otro poema:

“Mírame –tarde- como yo te miro
y explícate tu sol y el aire de tus ramas.
Mírame, tarde y comprende
como comprendo yo
tan sólo con mirarte.”

Todos los poemas de Di pasquale están contenidos en “Las alusiones” que fueron enriqueciéndose a través de los años. Lo que más me conmueve de él es que, justamente, no le hace falta irse a la estratósfera o regodearse en incontables y enjundiosas palabras para expresar lo que está fuera de nuestra acaecer concreto de todos los días. No abandona lo cotidiano: lo explora desde sus polos opuestos: vida muerte.
Pasemos ahora a una mirada poética de lo cotidiano a que llamaremos tanguera porque está particularmente enraizada con las letras de tango que son, indiscutiblemente poesía. El tango se ha extendido por el mundo de una manera que ha dejado de ser rioplatense para ser, si se quiere, universal. No hace falta ser porteño ni uruguayo para saber de qué se tratan sus códigos que comenzaron siendo bastante prostibularios y, sin despreciar algún toque metafísico o filosófico, se adentraron en todo el espectro de la vida diaria contraponiendo en muchos casos “el sol en la rayuela” con “la pista iluminada.”
Ernesto Goldar, en un poema de su libro “Instinto de conversación” se dirige, precisamente, a uno de esos poetas letristas para preguntarle si los personajes de sus tangos tuvieron una existencia real o fueron simplemente una pura creación de la fantasía.

El poema se llama “Para mejor imformación” y dice:

“Dígamé, Manzi,
usted que está en el cielo,
¿es cierto que Malena no existió?
Le pregunto porque no creo en las ficciones,
en las ficciones intangibles se entiende,
en la literatura de imaginación.
Boedo era su parroquia de politiquero sentimental,
Pompeya el barrio de las novelas olvidadas,
Discépolo su amigo,
el novecientos la historia despareja de los
arquetipos, el carrerito y el cochero sus vecinos,
y para qué hablar de las chicas que provocaron
Ninguna, Fuimos y Después.
Se lo digo de puro convencido.
No puedo recordar algo que jamás haya pasado,
ni me duele un dolor que no lastima.
Como verán, Goldar, con un coloquialismo absoluto que amanece en ese ¡Digamé” se vuelca sin reparos a favor de la vida real como base de la creación poética.